En un clima de expectativa y oración, este jueves 8 de mayo se conoció, después de cuatro votaciones, la buena noticia que el mundo católico esperaba con ansias: la señal del humo blanco.
Luego, la Plaza de San Pedro se llenó de alegría y esperanza al escuchar el repique de campanas de la basílica vaticana y la famosa frase “Habemus Papam”. Acto seguido, apareció en el balcón el nuevo vicario de Cristo, el cardenal estadounidense y peruano Robert Prevost.
Minutos antes, el cardenal francés Dominic Mamberti reveló el nombre del nuevo pontífice: León XIV. Un pontífice no se llamaba León desde 1903.
¿Por qué el nuevo papa eligió León XIV?
El nombre de León ha sido utilizado por varios pontífices de la Iglesia católica y se asocia simbólicamente a tres cualidades: valentía, fortaleza y liderazgo, virtudes que deberá tener el este pastor para dirigir un rebaño lleno de amenazas.
Este nombre también se asocia con la labor que realizó el papa León XIII, llamado Vicencio Gioacchino Raffaele Luigi Pecci y quien desarrolló su pontificado entre 1878 y 1903.
Su enfoque fue diplomático y de pensamiento moderno para la época. Abordó los problemas sociales y luchó por los derechos de los trabajadores. Fue gran promotor de la educación y la ciencia, y se esforzó por mantener una buena relación, a partir del diálogo, con los estados modernos. También puso la lupa sobre la disparidad de la riqueza debido a la difícil situación de los empleados en la revolución industrial.
Sin duda, el nombre que eligió el nuevo papa recoge sus valores y da cuenta del direccionamiento que Robert Prevost quiere imprimirle a su labor evangélica. Además, rinde un homenaje al pontífice León XIII quien dejó un gran legado y cuyo pensamiento fue revolucionario para su momento.
Ahora el mundo católico tiene puestos los ojos en León XIV, quien en su primer discurso habló de unidad, de la importancia de generar puentes de diálogo y de fraternidad.