La primera imagen del nuevo papa deja entrever varios detalles simbólicos que marcan el inicio de una era diferente para la Iglesia católica.
Sin duda, León XIV intenta recoger y unir a los diferentes sectores del catolicismo, donde se había creado una fuerte división por algunas decisiones de Francisco, quien decidió romper el molde, partiendo de algo básico: su apariencia ante el mundo. Actos como este, y muchos otros más profundos, disgustaron a algunos altos representantes del ala más tradicional de la Iglesia.
Este 8 de mayo, León XIV volvió a usar el atuendo papal, al que se negó su antecesor en su primera aparición. Recordemos que Francisco apareció sorpresivamente, vestido de blanco, sin nada llamativo sobre sus hombros.
Más allá del lujo que pueda representar esta vestimenta que vuelve a usar el sumo pontífice, queda claro que León XIV busca acabar rencillas y conciliar internamente las fuerzas eclesiásticas. Rescató una tradición, y no sólo eso, también dejó en clara evidencia que su papado será moderado.
Los tiempos del disruptivo y quizás polémico Francisco, que les lanzó en la cara a muchos cardenales un mensaje de humildad, parecen haber quedado atrás.
León XIV llega a marcar un nuevo rumbo. Se sabe que es misionero, que ha estado cerca de la feligresía en la caótica y diversa América Latina, donde se pueden palpar muchas de las problemáticas que afronta la humanidad. Tiene una visión teológica, pero también aterrizada de la realidad que vive la gente, y parece un hombre respetuoso de la ciencia y consagrado a la enseñanza.
Hay expectativa sobre las posiciones que tomará frente a la comunidad LGBTI, los divorciados y los demás credos, temas en los que su antecesor había recorrido un importante camino.
Sin embargo, se entendería que, si su mensaje inicial es de unidad, será capaz de seguir atrayendo devotos y pecadores a la Iglesia, la que fundó Jesús sobre la base del perdón.
Era claro que no llegaría otro Francisco. Sin duda, eso no pasaría. Cada pontífice marca sus pautas, y si bien Robert Prevost no es Jorge Bergoglio, se sabe que el fallecido papa lo respetaba, y con seguridad, alguno de sus mensajes tuvo que calar profundo en el corazón de quien fue clave para el nombramiento de los obispos en todo el mundo.
Es un hecho: la iglesia cambiará de atuendo o dará un giro, quizás moderado, pues sí algo caracteriza a Prevost es el equilibrio. Ya veremos qué pistas sigue dando en sus primeros días de pontificado.