La seguridad energética está a prueba en el mundo. El reciente apagón de energía en España y parte de Portugal y Francia genera varias preguntas e inquietudes para países como Colombia.
Aunque aún no se ha establecido con certeza la causa principal que provocó el apagón en Europa, son varias las teorías que circulan al respecto. Algunos expertos han señalado las posibilidades de un ciberataque y un fenómeno natural conocido como una vibración atmosférica.
La teoría que más fuerza ha tomado es que el sistema estaba funcionando soportado en más del 60% por energía solar, y con poco respaldo de generación convencional (hidráulica, térmica). Al sobrecargarse por la alta generación de fuentes solares, se desacelera y se apaga en cuestión de segundos, pues se activan los mecanismos de autoprotección que empiezan a desconectar la red, generando un apagón.
“La causa más probable del apagón es una combinación de fallo físico en infraestructuras críticas (líneas de alta tensión o interconexiones) y un desequilibrio de frecuencia que los mecanismos automáticos no pueden corregir a tiempo” señaló en sus redes el profesor e investigador de la Universidad Rey Juan Carlos, Eloy Sanz.
Desafíos del sistema energético en Colombia
Las fuentes renovables no convencionales en Colombia aportan actualmente cerca de un 10% de la capacidad de generación total. El apagón ocurrido en la península ibérica pone de presente la fragilidad de un sistema basado solo en renovables no convencionales (eólica, solar, biomasa, entre otras).
Para el caso colombiano, la matriz energética está conformada en su mayoría por fuentes renovables como la hidráulica (66,4%), mientras que cerca de un 30% es aportado por la generación térmica (gas, carbón y combustibles líquidos), de acuerdo con datos XM a julio de 2024.
A pesar de que el sistema ha logrado responder a los fenómenos climáticos y otras problemáticas, gracias al soporte brindado por la generación térmica que, durante los fenómenos del Niño, llega a producir el 50% de la energía del país, es un hecho que el sector enfrenta hoy múltiples desafíos que afectan su estabilidad. Estos son algunos de los posibles riesgos que explican analistas del sector de energía y que resalta la periodista e investigadora Jennifer Zamudio:
* Excluir el desarrollo de fuentes de respaldo y basar la generación sólo en fuentes no convencionales: En los últimos años se ha planteado fortalecer la generación solo con Fuentes Renovables No Convencionales (FNCER), dejando de lado las fuentes convencionales, que son las que actualmente se activan como soporte y respaldo del sistema en tiempos de crisis (hidráulicas y térmicas). Esta exclusión se da incluso cuando el panorama de los proyectos de FNCER es incierto por las dificultades que enfrentan muchos de ellos para su desarrollo, sumado a la falta de capacidades técnicas para lograr una efectiva interconexión al sistema.
* Déficit de gas natural: Colombia enfrenta un déficit de gas natural estimado entre el 5% y el 10% para 2025, debido a la falta de nuevos hallazgos de reservas y retrasos en proyectos clave. Esto ha llevado a que las empresas importen el combustible, y por consiguiente a un aumento del 36% en el precio del gas, impactando tanto a hogares como a sectores industriales. Esto también impactará los precios en materia de generación de energía pues un 15% del sistema de generación depende de este combustible.
* Crisis financiera del sector: La deuda estatal en subsidios a la energía supera los 7 billones de pesos, afectando la liquidez de las empresas distribuidoras y comercializadoras. Además, la opción tarifaria implementada durante la pandemia generó una deuda adicional de 4,5 billones de pesos, sin una solución clara a corto plazo.
* Regulación y gobernanza: La falta de una Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) plenamente conformada ha generado incertidumbre en el sector, dificultando la implementación de políticas y regulaciones necesarias para enfrentar los desafíos actuales.
Esto dejaría sobre la mesa la necesidad urgente de repensar el sistema y fortalecer la infraestructura invirtiendo en proyectos de transmisión y distribución para mejorar su resiliencia, estabilizar el marco regulatorio y garantizarle a las empresas la sostenibilidad financiera con el fin de que puedan seguir manteniendo sus capacidades de generación de energía para una adecuada prestación del servicio a todos los colombianos.