Comienza el periodo de luto y de vacancia en la Iglesia católica, con el sellamiento oficial de los apartamentos papales, tanto el de la residencia de Santa Marta como el de Palacio Apostólico. Aunque Francisco se negó a vivir en este último, cumpliendo su consigna de austeridad, el cierre de ambos es parte del protocolo.
El camarlengo Kevin Farrell, acompañado del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano y el arzobispo Édgar Peña, sustituto o jefe de gabinete, encabezó este acto que significa el final de doce años de pontificado del papa argentino, un hombre disruptivo y alegre, amante del fútbol, quien en su primer discurso como papa sostuvo que habían ido a buscarlo “hasta el fin del mundo”.
Con este rito, además de declarar el periodo de sede vacante, se garantiza que las pertenencias y documentos que dejó el fallecido pontífice sean salvaguardados. De esta manera, se evitan robos y manipulaciones y se garantiza una transición de poder sin alteraciones.
Antes de este sellamiento, se hizo la constatación de la muerte del papa Francisco y su colocación en el féretro, en una ceremonia que duró cerca de una hora.
También, como es tradición, se destruirá el Anillo del Pescador, un acto cargado de una enorme simbología, por la autoridad que representa dentro de la Iglesia católica.
Este martes en la mañana tendrá lugar la primera congregación general de los cardenales, en la que podría decidirse la fecha del funeral.
Mientras tanto, el cuerpo del papa Francisco estará expuesto en la Basílica de San Pedro, para que los fieles puedan despedirse del máximo jerarca del catolicismo.