Lo de Emilio Tapia es, para muchos colombianos, la verdadera tapia (la tapa). Condenado dos veces por corrupción, acusado de robarse dineros que nos pertenecían a todos los colombianos, fue cobijado con el beneficio de casa por cárcel y ya goza de cierta libertad en su cómoda vivienda.
Fue un juzgado de Barranquilla el que le concedió la libertad condicional al muy cuestionado contratista tras haber cumplido 48 meses y 10 días de prisión por el escándalo de Centros Poblados, la pérdida de 70 mil millones de pesos que iban supuestamente para niños y colegios necesitados.
“La evaluación de arraigo familiar y social del señor Emilio Tapia Aldana demuestra que cuenta con una estructura de apoyo robusta que favorecer su reintegración a la sociedad”, explica el polémico fallo.
En diciembre de 2024, el criminal había pagado algo más de 2.500 millones de pesos en medio del cuantioso hurto a los recursos públicos. Condenado a seis años y ocho meses de prisión, permanecía en la cárcel El Bosque de la capital del Atlántico, pero ya no tendrá más rejas ni mayores privaciones.
Indignada, la Procuraduría apeló la decisión de darle casa por cárcel, al considerar que es necesario comprobar primero que “el adecuado desempeño y comportamiento durante el tratamiento penitenciario en el centro de reclusión permite suponer fundadamente que no existe necesidad de continuar con la ejecución de la pena”.
Lo cierto es que Emilio Tapia parece gozar de “muy buena suerte jurídica”. Sentenciado hace años por otro grave escándalo del carrusel de la contratación en Bogotá, no solo logró salir de la cárcel en aquel momento, sino volver a meterse en otro jugoso contrato, el de Centros Poblados, y de alguna manera burlarse de una sociedad que exige castigos más fuertes para los corruptos.