Durante más de una década, el barrio Soratama, en el norte de Bogotá, vivió bajo el control de un solo nombre: ‘Tostao’. Este hombre, temido por vecinos y respetado por delincuentes, fue uno de los principales sicarios de la banda ‘Los Soratama’, que manejaba el microtráfico en Usaquén. Su historia de violencia llegó a su fin tras un operativo encubierto en pleno centro de la capital.
En las empinadas calles del barrio, el nombre de ‘Tostao’ era sinónimo de peligro. Su reputación se consolidó gracias a años de crímenes, venganzas y dominio territorial. Incluso sobrevivió a un intento de asesinato perpetrado por la banda rival ‘Los Paisas’. Cuatro balas casi terminan con su vida, pero tras meses escondido y recuperándose, juró venganza… y la cumplió. Localizó a su atacante y lo ejecutó sin dudar.
Ese crimen fue el inicio de su caída. La Policía halló pruebas en el vehículo de la víctima que permitieron vincularlo directamente con el homicidio. Su rostro apareció en el cartel de los más buscados por homicidio en Bogotá, mientras él intentaba huir del mismo barrio que lo vio surgir como sicario.
“Era un delincuente muy peligroso y conocía cada calle de Soratama. Detenerlo ahí era arriesgar vidas civiles y de los agentes”, explicó uno de los investigadores del caso. Finalmente, una pista anónima permitió interceptarlo en el centro de Bogotá, donde fue capturado sin disparos.
A sus 32 años, ‘Tostao’ se suma a los más de 400 detenidos por homicidio en la capital durante este año, en operaciones conjuntas entre la Policía Metropolitana, la Fiscalía y la Alcaldía.
El secretario de Seguridad, César Restrepo, destacó que el caso refleja los resultados de la cooperación institucional, pero también la urgencia de revisar las herramientas legales con las que el Estado combate el crimen. “Las estructuras criminales evolucionan, y necesitamos leyes que estén a la altura de esa realidad”, afirmó.
Según cifras oficiales, cerca del 50 % de los homicidios en Bogotá obedecen a ajustes de cuentas entre bandas o disputas por el control del territorio. La guerra del microtráfico continúa, pero con la caída de ‘Tostao’, Usaquén empieza a liberarse del miedo que durante años tuvo nombre propio.










