Dos meses dieron la pelea contra la muerte Miguel Uribe y su médico inseparable: el doctor Fernando Hakim, quien asumió como propia la titánica misión de salvar al hombre de 39 años que, siendo apenas un niño, perdió a su madre por la misma violencia que hoy le arrebató la vida.
“Puedo decirles que Miguel Uribe Turbay fue un luchador único. Nunca lo olvidaré”, escribió el médico que batalló a su lado para reivindicar la esperanza.
El neurocirujano, uno de los más reconocidos del país, se armó de la ciencia y de la fe para intentar rescatar a Uribe, quien recibió un disparo en la cabeza que lo llevó a un estado de máxima gravedad. Lo imposible parecía hacerse patente: contra todos los pronósticos, el precandidato del Centro Democrático dio pasos importantes en su evolución.
Sin embargo, este fin de semana, repentinamente, la sombra de la muerte volvió a aparecer. La Fundación Santa Fe emitió un comunicado que daba cuenta de que la salud de Miguel Uribe se había deteriorado de nuevo, hasta el triste desenlace de este lunes 11 de agosto, un día en que Colombia entera perdió; un día en que el país todo fue derrotado por el odio.
La esposa del senador, la mujer de ímpetu inquebrantable, María Claudia Tarazona, le agradeció a Hakim sus esfuerzos imparables por mantener con vida al precandidato. “Querido Doctor, tú y tu equipo lucharon a su altura, como Miguel hubiera querido, como el mimo mostró el camino. Gracias infinitas, siempre tendrás un lugar en nuestros corazones!”, escribió en respuesta al cirujano.
Tanto a Hakim como a Uribe, los calumniaron los difusores de odio, quienes osaban poner en tela de juicio la seriedad de un profesional y de una clínica que han salvado decenas de vidas. No daban crédito a que Miguel siguiera vivo. Mientras tanto, sin responder a una sola calumnia, el neurocirujano seguía aferrado a la ciencia y a San Chárbel, el conocido santo del que es devoto.
Algunos piensan hoy que ganaron, pero la derrota es para un país entero, donde la indolencia pareciera tener color, ideología y nombre propio. Miguel partió; el doctor Hakim cumplió con creces la responsabilidad que le dio la vida; y mientras tanto, Colombia busca a oscuras recoger los pedazos de esperanza que aún quedan por el suelo.
Es justo dedicarle unos segundos hoy a ese médico valiente, que hizo honor a la ciencia y que mantuvo en alto la fe de un país desmoralizado, que lucha por sobrevivir, en medio de sus propios escombros.