El mayor misterio de la humanidad, indudablemente, es qué viene después de la muerte. Y aunque son varios los testimonios de personas que dicen haber ido al más allá, no deja de ser curiosa cada nueva experiencia que se cuenta sobre ello.
Charlotte Holmes, una mujer estadounidense, relata que tras un alza en presión arterial y un posterior derrame cerebral, fue declarada clínicamente muerta, y que pudo ser testigo del cielo y del infierno durante once minutos, el tiempo que demoró en volver a la vida.
En el programa cristiano The 700 Club, sostuvo que su primer contacto con el más allá fue un fuerte olor a flores y el sonido de algunas melodías. Dice que llegó a un lugar con muchos árboles, donde se respiraba alegría. ¡Era el cielo!
La mujer de 69 años afirma que vio a sus familiares fallecidos -en ello coinciden muchos de los que cuentan este tipo de experiencias-, y que lucían sanos y rozagantes.
Llama la atención que también relata haber visto a un niño que no conocía, y que al preguntarle a Dios quién era, le indicó que era el bebé que había perdido en uno de sus embarazos, a los cinco meses de gestación. Porque allí, en el cielo, el tiempo se detenía, y él seguía siendo un niño.
Con respecto a Dios, asegura que se manifestó como luz, una luz con un profundo brillo, que hacía incluso bajar la mirada.
Pero eso no fue todo, Charlotte Holmes relata que, antes de volver a la tierra, pudo presenciar el infierno y que de allí se desprende el propósito de todo lo que le sucedió. “Olía a carne podrida”, expresa y añade que sintió mucha tristeza.
La mujer afirma que Dios le dijo que debía volver a la vida para advertir a las personas que cambiaran su comportamiento. Y a eso se ha dedicado desde que, ante la mirada atónita de su esposo y de los médicos, abrió nuevamente los ojos.
Charlotte no sólo cuenta lo malo, sino que insiste en hablar de lo bello que es el cielo, porque está convencida de que “la gente necesita esperanza”. Ya son más de tres años desde que vivió esta trascendental experiencia.