El papa León XIV firmó este jueves sus primeros decretos relacionados con causas de santos, específicamente, la beatificación de una monja colombiana y un religioso español que defendieron los derechos de pueblos indígenas y fallecieron como misioneros.
El pontífice peruano-estadounidense reconoció “la oferta de vida” de la hermana Inés Arango Velásquez -llamada también María de las Nieves de Medellín- y de Alejandro Labaka Ugarte – Manuel de Beizama, su nombre religioso-, hasta el momento considerados “venerables”. Ambos dan un paso grande, le beatificación, y podrían convertirse luego en santos.
La monja y el religioso fueron atravesados por flechas y lanzas el 21 de junio de 1987, en una zona lejana de la Amazonía, en momentos en que pretendían alertar de la amenaza de compañías petroleras a los indígenas Tagaeri, población del Parque Nacional Yasuní, en el este de Ecuador, precisó el Dicasterio de las Causas de los Santos.
Son estas las primeras decisiones referentes a procesos de canonización tomadas por León XIV y ocurren dos semanas después de su elección, el 8 de mayo.
Iglesia misionera
El papa, misionero durante años en el Perú y con corazón latinoamericano, ratifica así su apoyo y admiración por los miembros de la Iglesia católica que van a las periferias y ayudan a las comunidades más remotas y aisladas, como bien lo hicieron la hermana Inés Arango Velásquez y Alejandro Labaka Ugarte.
De hecho, este miércoles, durante su misa diaria, el pontífice afirmó: “La Iglesia está llamada cada vez más a ser una Iglesia misionera, que abra los brazos al mundo”.
La monja colombiana nació en Medellín, en 1937, y vistió el hábito en 1955. De acuerdo con su biografía oficial, en 1977 participó en su primera misión, como parte de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, en Ecuador, país donde fue muy cercana su relación con comunidades indígenas e inició a laborar con Labaka.
En 1987 viajó con el religioso para contactar a los Tagaeri y avisarles del “peligro inminente que se cernía” sobre esta tribu dada la “amenaza de grandes empresas petroleras”, ello pese “al riesgo que esta acción implicaba”, subrayó el Dicasterio.
“Al día siguiente, cuando regresaron a recogerlos en helicóptero, sus cuerpos fueron hallados atravesados por flechas y lanzas”, lo que demuestra, según el Vatricano, que ambos hicieron una “ofrenda libre y voluntaria de la vida”.
La monja colombiana y el religioso español son hasta este momento “venerables”, el primer paso para su eventual canonización. Ahora, tras comprobarse la realización de un milagro gracias a su intecesión, serán declarados beatos. Para que puedan ser elevados a la categoría de santos, se necesitará un segundo milagro. Colombia solo tiene actualmente una santa, la madre Laura Montoya.