Hay humo blanco en el Vaticano y repican las campanas de la Basílica de San Pedro, señal de que la Iglesia católica tiene nuevo papa. Este jueves 8 de mayo, en el segundo día del cónclave, los 133 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina eligieron al sucesor del apóstol Pedro, al reemplazo de Francisco, al líder espiritual de más de 1.400 millones de feligreses. En minutos, el mundo conocerá el rostro y el nombre del entrante pontífice.
Fue en la segunda ronda de votaciones del día, realizada durante la tarde vaticana, que los purpurados lograron un concenso y escogieron a quien, en adelante, regirá el destino de una de las religiones más poderosas y con más seguidores.
La fumarola emocionó a las miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro y a millones más conectadas a través de la televisión, la radio y las plataformas digitales. Después del dolor por la partida del querido e inolvidable papa Francisco, hubo otra vez alegría y esperanza por la llegada de un nuevo pontífice.
El papa 267 de la Iglesia, en la sala de las lágrimas
Se estima que a esta hora, tras haber aceptado tan importante cargo, el nuevo vicario de Cristo debe estar eligiendo el nombre que llevará y caminando hacia la sala de las lágrimas, contigua a la Capilla Sixtina y conocida así por la nostalgia que siempre embarga a los papas recién nombrados. Allí se revestirá con la sotana blanca y demás indumentarias propias de su dignidad.
En contados minutos, en el balcón principal del Palacio Apostólico, el cardenal protodiácono pronunciará la tradicional frase en latín “habemus Papam”, que en español quiere decir “tenemos papa”. Inmediatamente después, aparecerá por primera vez ante el planeta el nuevo papa, quien entregará una breve declaración e impartirá la bendición ‘Urbi et Orbi’ (a la ciudad y el mundo), con lo que sella el inicio de su pontificado.