El papa Francisco siempre caminó de la mano de María, a quien le consagró su vida y su labor sacerdotal y episcopal, como lo confesó en su testamento.
No había viaje a Roma del todavía sacerdote Jorge Mario Bergoglio en el que no visitará la Salus Populi Romani en la Basílica de sus amores: Santa María la Mayor, el ícono mariano más importante de Roma y una de las cuatro iglesias papales de la capital italiana.
“Cuando venía, siempre iba allí los domingos por la mañana que estaba en Roma, me quedaba allí un rato. Hay un vínculo muy grande”, relató el papa argentino en una entrevista.
Fueron 126 las visitas que el papa Francisco realizó durante su pontificado a esta hermosa Basílica, ubicada en los alrededores de la mundanal Termini, la ruidosa y congestionada terminal de trenes de Roma. Allí se erige entre la multitud y el bullicio de los turistas, la obra mariana, pintada por el evangelista San Lucas, en medio del pueblo que tanto amó Jesús y al que siempre abrazó el pontífice argentino.
Un día después de haber sido nombrado papa, Francisco acudió a orar en la Basílica de Santa María la Mayor, ante la Salus Populi Romani, el 14 de marzo de 2013. Este sería el primero de muchos encuentros como pontífice, ya que antes y después de cada viaje o misión importante, allí estaba el hijo fiel, buscando a su madre para recibir la bendición.
En uno de los momentos más memorables del pontificado de Francisco, cuando dejó una imagen para la historia, al orar a solas en medio de la pandemia, ante una desierta Plaza de San Pedro, lo acompañó también la Salus Populi Romani. Allí, durante la Statio Orbis, la vio el mundo, de la mano de su hijo amado, intercediendo por la humanidad aquel 27 de marzo de 2020.
Incluso, el papa visitó a la Virgen después de cada una de las estancias que tuvo en el Hospital Gemelli de Roma, que fueron cuatro en total. El último encuentro fue precisamente tras recibir el alta por la neumonía bilateral. El pasado 12 de abril apareció sorpresivamente en la concurrida Basílica, cuando quizás presentía que estaba llegando al final del camino. Allí se despidió, en vida, de su madre espiritual y de su consejera de siempre. Ya con su bendición, partió aquel lunes de Pascua al encuentro en la Casa del Padre.
La revelación de la Virgen al papa Francisco: ¿Por qué dispuso su tumba en Santa María la Mayor?
El cardenal Rolandas Makrickas, arcipreste coadjutor de Santa María la Mayor, se refirió al afecto indeleble del papa Francisco por la Virgen y por la Basílica de Santa María la Mayor.
Cuenta que todo partió de un encuentro que sostuvo con el Santo Padre en mayo de 2022, cuando conversaban sobre una intervención a la estructura de la Capilla Paulina, donde reposa el ícono mariano. “En aquella ocasión, le dije, viendo que venía tan a menudo a la Basílica, si no pensaba en establecer también aquí su tumba”, relató el cardenal.
Cuenta que, en un principio, el Pontífice dijo que no, al recordar que a los papas los sepultaban en la Basílica de San Pedro. Sin embargo, un mensaje providencial cambiaría el destino de su tumba.
Una semana después –reveló Makrickas– Francisco lo llamó y le dijo: “La Virgen me ha dicho ‘prepara la tumba’”. Y le manifestó que estaba contento porque la Virgen no se había olvidado de él.
Así entonces, el papa le dio una instrucción: “Busca un lugar para mi tumba, porque quiero que me entierren en esta basílica”.
Así, se hizo expresa la voluntad de un devoto, quien dos años atrás, en una entrevista con la vaticanista mexicana Valentina Alazraki, también había expresado que quería ser enterrado en Santa María la Mayor y que el lugar ya estaba preparado.
Pero Francisco, a pesar de haber hecho ya explícita su voluntad, quiso asegurarse de que no hubiera lugar a dudas. Por tanto, en su testamento espiritual, sólo pidió una cosa: que se cumpliera su deseo de descansar en la casa de María.
Se conoció, además, que el pontífice no quiso que su tumba estuviera cercana al altar, para no distraer a los fieles que venían a visitar a la Virgen María, por eso, fue ubicada en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza, como lo instruyó detalladamente en el testamento.
Hoy, los restos del pontífice reposan al pie de la madre de Jesús, a quien le consagró su vida y su muerte, en un lazo perenne, que es testimonio de fe y de amor. Allí, en la Basílica de Santa María la Mayor –dijo– esperará el día de la resurrección.