En la tarde de este sábado, 26 de abril de 2025, el papa Francisco fue sepultado en la Basílica Santa María la Mayor, como era su deseo. El rito de inhumación de cumplió de manera privada, sin transmisión de televisión, aunque horas más tarde el Vaticano publicó algunas imágenes.
A la ceremonia solo asistieron algunos de sus colaboradores más cercanos y los sacerdotes que tienen a cargo este templo, dedicado a la Virgen y al que el pontífice acudía frecuentemente a rezar, de manera especial antes o después de algún viaje.
En la bella basílica, donde reposaban ya los restos de siete papas, no era sepultado un líder de la Iglesia católica desde hace más de un siglo. Francisco rompió esa costumbre, como muchas otras, dado su amor por la madre de Jesús.
En su testamento espiritual, escrito en 2022, Jorge Mario Bergoglio -nombre de pila del santo padre- había solicitado que, cuando la muerte llegara, le permitieran a él descansar en ese lugar a la espera de la resurrección.
Además, solicitó que la tumba fuera lo más sencilla posible, en el piso, sin mayores adornos ni dedicatorias. Simplemente, lleva el nombre Franciscus y, en la pared, un crucifijo de plata como el que papa argentino usó desde el comienzo y que fue símbolo de su humildad.
Los cardenales, que se preparan ahora para el cónclave en el que se elegirá al nuevo sumo pontífice, podrán visitar la basílica en las próximas horas. Se espera que el público en general, el pueblo con el que tanto conectó Francisco, pueda hacerlo en los próximos días.
Justamente, los olvidados por la sociedad, entre ellos habitantes de calle, migrantes y desempleados, se congregaron en el atrio de esta iglesia, ubicada en Roma, a unos seis kilómetros del Vaticano, para decirle “gracias” y “hasta siempre” al papa de los pobres, la misericordia y la esperanza.