“Entré a su habitación y tenía los ojos abiertos, pero no me respondía. No había nada que hacer”, así describió el doctor Sergio Alfieri, coordinador del equipo médico que atendía al papa Francisco, los últimos momentos del pontífice.
Respecto a aquel lunes de pascua, 21 de abril de 2025, el especialista recordó: “Hacia las 5:30 de la mañana recibí una llamada de Strappetti (el enfermero del papa): ‘el Santo Padre está muy enfermo, tenemos que volver al (hospital) Gemelli’. Preavisé a todos y veinte minutos después estaba allí, en Santa Marta. Parecía difícil pensar que fuera necesario un ingreso”.
Tras examinar rápidamente a su santidad, Alfieri supo que la situación era irreversibe. “Comprobé que no tenía problemas respiratorios e intenté llamarlo, pero no contestaba”.
Francisco estaba partiendo, como dicen en la Iglesia, hacia la casa de su padre Dios. “No respondía a los estímulos, ni siquiera a los dolorosos. En ese momento me di cuenta de que no podía hacer nada más. Estaba en coma”, dijo el doctor.
Explicó que, de ser necesario, se habría “tenido que seguir las directrices de su asistente personal de salud, Massimiliano Strappetti, que era como un hijo para el santo padre”, y las cuales eran, justamente, las de “ningún ensañamiento terapéutico”.
Es más, reveló que “durante su última hospitalización pidió expresamente que no se procediera en ningún caso a la intubación”, que “le habría ayudado a respirar, pero habría sido difícil volver atrás y extubarle, con los pulmones infectados de virus”.
Agregó el que también fue el cirujano de Francisco que “corríamos el riesgo de que muriera en el traslado, le expliqué que la hospitalización habría sido inútil. Strappetti sabía que el papa quería morir en casa, siempre lo decía cuando estábamos en el Gemelli. Murió poco después”.
El papa Francisco partió tranquilo
En otra entrevista, el médico afirmó que el pontífice “nunca se expuso al peligro”, en referencia a su último paseo en el papamóvil por la Plaza de San Pedro, atiborrada de fieles y turistas.
“Es como si, acercándose al final, hubiera decidido hacer lo que tuviera que hacer. Como ocurrió en el Domingo de Resurrección, cuando aceptó la propuesta de su asistente sanitario personal Massimiliano Strappetti de dar la vuelta a la plaza entre la multitud”, subrayó.
Finalmente, sobre la causa del fallecimiento de su santidad, Alfieri indicó que “fue uno de esos infartos que te llevan en una hora. Quizá se inició un émbolo y ocluyó un vaso sanguíneo del cerebro. Quizá hubo una hemorragia. Son sucesos que le pueden ocurrir a cualquiera, pero los ancianos corren más riesgo, sobre todo si se mueven poco”.
El papa murió a las 7:35 a.m., en la cama de su habitación, en el segundo piso de la Casa Santa Marta del Vaticano, después de un derrame que lo sumió en coma y lo condujo a un paro cardíaco. Quienes estaban a su lado, incluido su enfermero, dicen que se fue tranquilo y en paz.
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