Hay dolores individuales, esos que se sienten en la privacidad de las casas y las familias, y hay dolores colectivos, los que tocan al mundo. Y eso último es lo que está pasando hoy por la muerte del papa Francisco. Prueba de ello son las largar filas de miles y miles de católicos que se acercan a la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, para dar el último adiós al pontífice argentino.
El féretro del santo padre, sencillo como lo había pedido, fue trasladado de la Casa Santa Marta, donde vivió y falleció el llamado vicario de Cristo, a la basílica para que durante tres días, de aquí al viernes, pueda ser contemplado y homenajeado por los fieles venidos de todo el planeta.
Esta es la señal EN VIVO que transmite Vatican News:
El papa Francisco quería eso, que lo despidieran como un pastor, como un cura, y no como un jefe de Estado. Aunque es evidente que hay protocolos que hacen de esta una ceremonia solemne, y que a sus exequias asistirán mandatarios como Donald Trump, Jorge Mario Bergoglio -nombre de pila del pontífice- deseaba realmente lo que está sucediendo en San Pedro: estar al lado de su pueblo.
Y es que, como su vida, su muerte está cargada de muchos significados que demuestran la humildad, la sencillez y la humanidad de Francisco. Él mismo, el año pasado, presintiendo que el final de sus días estaba cerca, decidió cambiar parte de los ritos con los que comunmente se sepulta a los papas.
Entre otras cosas, solicitó que el cuerpo fuera dispuesto en un ataúd común, sin mayores decoraciones, y que no se usaran los tres féretros tradicionales. Además, pidió que la misa sea para recordar al sacerdote, no al gobernante, no al jerarca, y que se le enterrara en el piso y se le pusiera una simple lápida con el nombre ‘Franciscus’.
Su última voluntad fue descansar, a la espera de la resurrección, en la Basílica de Santa María la Mayor, no en San Pedro, dada su devoción absoluta por la madre de Jesús. En su testamento, incluso, revelo que el funeral ya estaba pago.
Francisco se va como llegó, sin excentricidades. Como cuando, tras ser elegido papa hace 12 años, se negó a usar la cruz dorada o los zapatos rojos de príncipe. Este papa sí que tenía puestos los pies en la tierra y el corazón en el cielo. ¡Descansa en paz!
>> Siga aquí nuestra cobertura especial sobre la muerte del papa Francisco