Las últimas horas del papa Francisco estuvieron llenas de agradecimiento, descanso y una sorpresiva y mortal crisis de salud. Así lo reveló el periodista Salvatore Cernuzio, de Vatican News, quien conoció detalles de la partida del santo padre.
Luego de impartir la bendición Urbi et Orbi en la Plaza de San Pedro y de realizar un emocionante último recorrido entre miles de fieles congregados en el Vaticano por el Domingo de Resurrección, el pontífice descansó por la tarde y cenó tranquilamente.
Pero el lunes de Pascua temprano, de repente, las alarmas se encendieron en su habitación. Su santidad, que se estaba recuperando de la neumonía bilateral, presentó un preocupante deterioro de funciones vitales.
“Hacia las 5:30 de la mañana aparecieron los primeros síntomas del malestar, con la pronta intervención de quienes velaban por él”, contó Cernuzio. El papa Francisco estaba sufriendo un derrame cerebral.
“Más de una hora después, tras saludar a Strappetti (su enfermero personal), tumbado en la cama de su piso, en la segunda planta de la Casa Santa Marta, el pontífice entró en coma”, agregó el reportero de Vatican News.
A las 7:35 a.m., tras complicaciones cardiovasculares irreversibles, el líder de la Iglesia Católica partió hacia el cielo. “No sufrió, todo sucedió rápidamente, dicen quienes estuvieron a su lado en esos últimos momentos”, anotó el periodista.
Añadió Salvatore Cernuzio que “fue una muerte discreta, casi repentina, sin largas esperas ni demasiado clamor para un papa que siempre había mantenido su salud en gran secreto. Una muerte que se produjo al día siguiente de la Pascua, al día siguiente de haber bendecido a la ciudad y al mundo, al día siguiente de haber abrazado de nuevo, después de mucho tiempo, al pueblo. Aquel al que, desde los primeros momentos de su elección, el 13 de marzo de 2013, había prometido un camino juntos”.
“Gracias”, entre las últimas palabras del papa Francisco
Pero ya estando allí el domingo, el vicario de Cristo, al ver el fervor y el amor de las cerca de 50 mil personas reunidas en la plaza, tuvo una corazonada: tenía que montarse al papamóvil e ir a saludar de cerca a los fieles. No lo sabía, o quizá sí, pero esta sería su despedida con la multitud que tanto lo quiso.
“Crees que podré hacerlo”, le preguntó al enfermero, con algo de temor. Strapetti lo tranquilizó y lo impulso a realizarlo.
Fueron cerca de 14 minutos en el automóvil, un momento de mucha felicidad para Francesco, pese a su frágil estado de salud. ¡Y cómo no si se reencontraba con la gente!
“Gracias por traerme de vuelta a la plaza”, le recalcó el papa, cansado pero alegre, a su asistente sanitario personal. Luego volvieron a la Casa Santa Marta, de donde nunca más saldría Francisco y donde quedó guardado para siempre su cariño por el enfermero que le curó las heridas y le sobó el corazón.
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