Desde el 2022, el Papa ya pensaba en su muerte. Fue en ese año, al empezar a sentir el rigor del paso del tiempo en su cuerpo, cuando escribió un testamento en el que dio instrucciones sobre el lugar donde debían reposar sus restos.
“Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrena, y con viva esperanza en la Vida Eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria solo en cuanto al lugar de mi sepultura”, señaló el sumo pontífice, quien falleció en el despunte de la Pascua de resurrección.
En el testamento deja clara su fidelidad y devoción por la Virgen María, así como su afecto a una de las basílicas papales más bellas y frecuentadas por los fieles y por el mismo santo padre.
“Siempre he confiado mi vida y mi ministerio sacerdotal y episcopal a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por tanto, pido que mis restos mortales descansen esperando el día de la resurrección en la Basílica Papal de Santa María la Mayor”, escribió Francisco.
Precisamente, una de sus últimas y repentinas apariciones públicas la hizo en esa iglesia, el pasado 12 de abril, donde oró y saludó a la feligresía.
Sobre su tumba, dio instrucciones claras: solicitó que fuera sin ostentaciones, como fue su pontificado. “Pido que se prepare mi sepulcro en el nicho de la nave lateral, entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal, como se indica en el anexo adjunto. El sepulcro debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”, indicó.
Incluso, se encargó de los gastos de su funeral, antes de partir de este mundo. “Los gastos para la preparación de mi sepultura serán cubiertos por la suma bienhechora que he dispuesto, para ser transferida a la Basílica Papal de Santa María la Mayor y para lo cual he dado instrucciones apropiadas a monseñor Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Capítulo de Liberia”.
Finalmente, en el testamento agradeció las oraciones de los fieles, esas que pidió desde su primer día de papado. También hizo un ofrecimiento especial a Dios por el mundo entero. “Que el Señor dé la recompensa merecida a quienes me han amado y seguirán rezando por mí. El sufrimiento que se hizo presente en la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos”, enfatizó.
Con estas líneas, escritas en junio de 2022, el primer papa jesuita y latinoamericano selló el adiós al pueblo católico, que hoy está conmovido y apesarado por su muerte.