Medellín, 26 de diciembre de 2024. El llamado sexto sentido de una madre nunca falla y de eso sí que dan fe las madres de La Escombrera, en Medellín.
Ellas soportaron con paciencia todos los señalamientos, incluso, aquéllos que las tildaban de locas por insistir en que sus hijos desaparecidos en medio de cuestionados operativos militares realizados en el año 2002, en la Comuna 13 de Medellín, podrían estar sepultados en medio de miles de toneladas de escombros y arenas.
Y es que en las calles de la Comuna 13 de Medellín parece que el dolor de la guerra no quiere irse. Ya han pasado 22 años de las operaciones militares Orión, Mariscal, Martín, La Antorcha, La Estrella y hoy se escucha con más fuerza el clamor de las madres que reclaman a 502 desaparecidos de la Comuna 13.
Madres, esposas, hijas y hermanas volvieron a tener esperanza con el hallazgo de los primeros cuerpos en medio de toneladas de escombros que quisieron ocultar la verdad y que hoy sale a la luz pública por el trabajo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD), dos organismos que se crearon por el acuerdo de paz con las antiguas Farc en 2016 y que han escuchado el clamor de las Mujeres Caminando por la Verdad que buscan sin descanso a sus hijos desaparecidos.
El dolor indescriptible de una madre
La zozobra e incertidumbre que han padecido las madres por más de 22 años por el paradero de sus seres queridos, ha sido un dolor, según ellas, indescriptible y ahora que se abre una luz de esperanza por el hallazgo de los primeros cuerpos en La Escombrera, le piden al Estado avanzar en la búsqueda de la verdad.
Margarita Restrepo, madre y vocera de la organización Mujeres Caminando por la Verdad, relató el profundo dolor de vivir por más de dos décadas con la angustia de no saber qué pasó con su hija Carol Vanessa Restrepo, quien desapareció el 25 de octubre de 2002, en medio de las operaciones militares que estuvieron acompañadas por paramilitares encapuchados.
A flor de piel, se refleja el sufrimiento de una madre que ha sido revictimizada una y otra vez por el Estado, mientras ha luchado por ser escuchada, por obtener justicia, por no dejar que la memoria de los desaparecidos se pierda en el olvido.

Ella, con gran templanza, cuenta que el último contacto que tuvo con su hija fue por medio de una llamada telefónica, donde le pedía permiso para enviar unos documentos. Luego de esto no volvió a saber de su pequeña de 17 años.
“Está es mi hija Carol Vanessa Restrepo, que está desaparecida desde el 25 de octubre del 2002, en el marco de la Operación Orión”, contó Margarita, alzando una foto de su niña y con una tristeza que no se puede describir, una tristeza que ha acompañado su vida los últimos 22 años, pero que aún guarda una esperanza, por pequeña que sea, de que su hija algún día regrese.
El relato de Margarita hace memoria de las atrocidades vividas en aquella época, donde no se respetó la vida de nadie, convirtiendo los callejones de la Comuna 13 en ríos de sangre, gritos y dolores, y es que sorprende cuando cuenta que no se salvaron ni los animales que fueron sacados por las familias como símbolo de paz.
Los restos hallados en La Escombrera dan pista sobre la verdad
Los restos encontrados en La Escombrera son más que una prueba, es la confirmación de lo que por tantos años las madres denunciaron: la injusticia, la brutalidad, el sufrimiento. Durante mucho tiempo fueron tildadas de locas, de exageradas, pero hoy los hallazgos hablan por sí solos.
Como se sabe, los años no llegan solos, el sufrimiento de este tiempo se ha convertido en enfermedades físicas, otro dolor que las acompaña en el camino hacia la verdad, camino que comienza a dar sus frutos, dando un duro golpe a las instituciones que por muchos años humillaron a estas madres, mamás que les tocó esperar hasta 2024 para que el Estado les creyera, las palabras de Alejandro Ramelli, presidente de la JEP, les da la razón: “se trata de una derrota aplastante al negacionismo”.
El reclamo de las madres, hijas, esposas y hermanas apunta a que estos hechos no se vuelvan a presentar, recalcando que es deber del Estado proteger a las personas y garantizar la paz.
Margarita Restrepo no solo entregó fuertes declaraciones sobre los momentos de horror vividos en 2002, sino que compartió con valentía el relato de cómo paramilitares y la fuerza pública arruinaron su vida, su familia y sus sueños, dejando cicatrices que aún siguen abiertas, pero con la esperanza intacta de encontrar justicia, paz y, sobre todo, la verdad.
Estas madres que reconocen que hay paz al saber que lo que dijeron era cierto, sin embargo, se mezcla con el sinsabor de conocer la identidad de los huesos hallados, trayendo consigo el pensamiento de que uno de esos restos puede ser de sus familiares, acabando así la esperanza que aún vive en sus corazones de recuperarlos con vida.
La Jurisdicción Especial Para La Paz (JEP) se ha puesto al frente de los secretos de La Escombrera y este 26 de diciembre, luego de los tres hallazgos, la JEP, en conjunto con la Defensoría del Pueblo, la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas, Medicina Legal, la Alcaldía de Medellín y la Gobernación de Antioquia, han reunido a las familias de las víctimas con el fin de ratificar el compromiso del Estado por escarbar la verdad.
El presidente de la JEP, Alejandro Ramelli, fue claro en la posición que tienen las instituciones con las víctimas: “estamos acá para tratar de pagar una deuda de más de 20 años”, defendiendo el compromiso de la Jurisdicción, que en palabras de su presidente “no tiene víctimas de primera y segunda categoría”, respetando la memoria de todos los asesinados y desaparecidos por igual.
Las excavaciones se adelantan en más de 6.912 metros cuadrados en La Escombrera y empiezan a dar frutos sobre la verdad de lo ocurrido con 502 desaparecidos de la Comuna 13 de Medellín.